ANSIEDAD

Últimamente, hablo con mucha gente, la cual está pasando por un momento de ansiedad, nerviosismo, descontrol, taquicardias, etc. Últimamente, me refiero a este año, y mucha gente, quiero decir, cinco o seis.
La verdad es que cinco o seis personas, es muchísima gente, puesto que no es un estado positivo, sino, todo lo contrario.

La definición de ANSIEDAD es:
2. Med. Angustia que suele acompañar a muchas enfermedades, en particular a ciertas neurosis, y que no permite sosiego a los enfermos.


Por lo que veo, esta sensación o este estado emocional, suele ser ahora muy común, aunque no debería. La situación económico-política también afecta a este estado. En España somos casi seis millones de parados, y esto sí que afecta, pues al tener más tiempo libre, tienes más tiempo para pensar en "tonterías" (como diría mi madre).

"Una de cada tres llamadas el Teléfono de la Esperanza está motivada por la crisis económica. De las 99.825 llamadas atendidas el último año por los voluntarios de los 28 centros del Teléfono de la Esperanza en España, una tercera parte ha sido efectuada por consecuencia de estar en el paro, tener miedo a perder el empleo o padecer dificultades económicas" (CuidatuSaludEmocional.com)



Como sé lo que se siente al pasar por una situación así, voy a contar mi historia, por si sirviera de ayuda, ¿no dicen qué: "mal de muchos, consuelo de tontos"?

Todo empieza en 2009, a mediados de Octubre, me acuerdo muy bien, porque ese año fue uno de los mejores de mi vida.
Yo siempre he sido una persona muy intensa que ha vivido todo al máximo, pues esto a fin de cuentas me trajo consecuencias no muy buenas. Tras un año frenético de viajes, salidas, fiestas, más fiestas, dormir lo justo, reír, y muchas más fiestas, caí en picado.

Era domingo, medio día, y yo estaba en casa sola, viendo la tele, en concreto "Los Simpson", aguantando como una campeona en pie, una larga noche de fiesta. De repente me empecé a poner nerviosa,  y notaba que mi corazón latía más rápido de lo normal. A causa de esto, y sin saber por qué, me empezó a faltar el aire. En ese momento creía que me moría. No podía tranquilizarme de ninguna de las maneras, ni controlar mi respiración.

Llamé a mi hermano, y le dije que no estaba bien, que viniera a casa. Vino, me dijo que me vistiera, y me llevó a donde estaban mis padres. Se asustaron un poco, porque nunca me había pasado algo así, y a duras penas intentaron disimularlo para tranquilizarme, pero les salió "el tiro por la culata", porque yo notaba que algo no iba bien, y eso produjo en mí el estado contrario al de estar tranquila.

Entonces me fui con mi madre a andar, y me relajé.

Este fue el inicio del peor año que he pasado en mi vida.

En ese año, se multiplicaron las taquicardias, el insomnio, no me apetecía hacer nada, estaba decaída, apenas salía con amigos, me cerraba en casa, cogí peso, apenas estudiaba. A veces salía con mi novio, y cuando lo hacía, casi se me olvidaba que tenía un problema, pero esas salidas tampoco me aportaban mejoría. Ese año también me estanqué en los estudios, sin saber en realidad porque objetivo luchar ni que camino elegir.

En definitiva, me sentía atrapada en un pozo oscuro, del que no podía salir. Por más que intentaba escalar por las paredes de ese maldito pozo, nunca llegaba a ver la luz.

Me dolía un brazo, y pensaba que se me iba a quedar paralizado todo el cuerpo a causa de ello. No respiraba bien, y pensaba que me iba a morir asfixiada. Me daban taquicardias, y pensaba que me iba a dar un ataque al corazón.

Lo que me preguntaba en las largas noches de desvelo entre llanto, era: ¿Qué hago yo en esta vida, si solo sufro? ¿Para qué quiero vivir, sino soy feliz?... 

Dentro de mí, yo sabía que necesitaba ayuda psicológica, pero no daba el paso, quizás no tenía ese empujón que me llevara a darlo.

Recuerdo una vez, que fui a mi médico de cabecera, en compañía de mi madre, con ansiedad. Le conté lo que me pasaba y ella le pidió a mi madre que saliera de la consulta. Cuando mi madre estaba fuera, me preguntó que si consumía drogas, del tipo de la cocaína, éxtasis, cristal, y no sé qué historias. Evidentemente con la hipocondría que sufría, no estaba yo para consumir ningún tipo de drogas, ni blandas, ni duras, es más, tampoco las he consumido nunca.

Me quedé anonadada, flipando. 

O sea, que estoy con principios de depresión y tú crees que me meto drogas. ¡Venga ya!

Me mandó un test de detención de drogas, para que me lo hiciera mi madre. Tenía que hacer pis delante de ella, para verificar que no mentía. Un test que mi madre jamás me hizo.


Creo que nadie nunca, le dio a mi problema la importancia que en realidad tenía.

Entonces fue cuando mis padres hicieron de psicólogos. Me decían que no me pasaba nada, que todo estaba en mi cabeza. Que me tranquilizara. Lo normal que se dice a las personas en estados de desasosiego. Pero yo hacía por creérmelo, y salir del bucle de angustia en el que vivía diariamente.

El pozo negro fue despareciendo de mi pensamiento, e iba viendo la luz.
Comencé un nuevo año académico, en un instituto diferente, con distintas personas y otros estudios. Esta fue, la vía de escape a mi ansiedad-depresión.

A lo largo de este proceso, solo se lo comenté a algunas personas, pero al contarlo, era como si una cuerda que me tenía sujeta se rompiera.

Hay muchos más motivos y situaciones, que me hicieron pasarlo mal durante esta amarga etapa de mi vida.

No tuve en ningún momento ayuda profesional. Algo que creo es indispensable, porque seguramente en mi caso, en vez de un año, hubieran sido unas pocas semanas.

¿Se sale de ahí? Por supuesto que se sale.

Lo mejor de todo esto, que ahora soy mucho más fuerte que antes, y sé controlar la ansiedad. Psicológicamente, he ganado mucho.

He aprendido a ser feliz con poco, amar las cosas que me rodean, y a valorar lo que realmente importa.

Si alguna vez te pasa algo parecido, o conoces a alguien que le pasa, no lo dudes, busca ayuda, o sé tú ese punto de apoyo que precise.
Se pasa bastante mal, pero se supera.

Puedes llamar:
Emergencias: 112 (normalmente te desvían con la unidad de psiquiatría)
Teléfono de la esperanza: 902 500 002 - 967 52 34 34  (servicio urgente, gratuito, anónimo y especializado)
Asociación Lassus: www.asociacionlassus.es




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