NOSTALGIA
Estaba en la cama tumbada, pensando en mi tan querido hijo,
mi blog. En como cerrar este 2015, con algo bonito, ameno, divertido y
diferente. Y… ¡Voilá! He pegado un salto y aquí estoy, frente al
ordenador, recordando mis “Noche Vieja”, todas y cada una vinculadas a
Valdeganga.
Recuerdo aquel día en casa de mis abuelos, con la abuela
Virginia, el abuelo Zacarías, el recién llegado de Barcelona el tío Fernando,
Carlos y Jose. Allí estábamos los seis viendo a Ramón García y Anne Igartiburu
en TVE, mientras que mis padres, jóvenes y lozanos, disfrutaban de cotillones
en el bar de la “Elena” y música en el Centro Cultural.
Con los años, se sumarían dos más, Miguel y Alejando. Miguelín,
pues así lo llamábamos, tan bonito el, con su pelo rubio de puntas rizadas y
ojos enormes, hacía las gracias de todos con sus inocentes dos años. El abuelo
nos echaba un culín de vino, “porque era un día especial”, y también brindábamos
con Sidra y no Champín, puesto que esas moderneces no existían.
Una noche de esas, el pasillo de casa de mi abuela se me
hacía interminable camino al wáter, pues me tomé las uvas con demasiada
celeridad, y me atragante (como dice el dicho, que no te pase). Y se fueron por
la taza, todos los deseos que cada una de ellas llevaba.
La primera noche vieja que recuerdo fuera de casa viene
amenizada con canciones del “Chivi”. Sin comentarios… Por aquel entonces, ya
empezaban a desfilar las botellas de Malibú, acompañadas con zumo de piña, y
Peché con limón.
En otra de ellas. Alquilamos una casa, para pasar las fiestas de Navidad allí, es lo que en mi pueblo llamamos "garito". Tiempos en los que las chicas hacíamos nuestro fuerte, y casualidades de la vida, teníamos de vecinos a los guachos, los cuales intentaban hacernos la vida imposible, sin logro alguno. Lo único que conseguían eran entretenernos con la tontuna dada a la edad. Me viene a la mente también una manta, de esas gordas y calientes, que terminó como papel del wáter. Que P... Asco.
En otra de ellas. Alquilamos una casa, para pasar las fiestas de Navidad allí, es lo que en mi pueblo llamamos "garito". Tiempos en los que las chicas hacíamos nuestro fuerte, y casualidades de la vida, teníamos de vecinos a los guachos, los cuales intentaban hacernos la vida imposible, sin logro alguno. Lo único que conseguían eran entretenernos con la tontuna dada a la edad. Me viene a la mente también una manta, de esas gordas y calientes, que terminó como papel del wáter. Que P... Asco.
Otra nochevieja que me viene a la mente, fue pasada por
humo, tras un enfrentamiento tonto, en el cual, dos gemelas, nacidas el mismo
día, se desafiaban mutuamente por el liso de uno de sus cabellos. Una de ellas
agarró la tapadera de la única estufa de cáscara que había, dejándola tras de sí,
desparramada por el suelo. Provocando de esta forma una nube de humo asfixiante.
La dureza de mis letras puede resultar espantosa, pero lo que hay detrás, es
una gran anécdota graciosa.
Los años siguientes fue faltando gente, estas fechas eran
diferentes, y fueron cambiando las tradiciones. Siempre había un momento de
recuerdo y nostalgia. Pero seguíamos estando los que estábamos intentando que
todo siguiese igual.
Hubo una madruga de año nuevo, en el que los televisores,
sillas, lámparas, y todo mobiliario que pueda haber en un salón, voló. Esto
puede sonar aberrante, pero tras la ingesta de litros y litros de alcohol, lo único
que inundaba el ambiente eran risas contagiosas imparables. Al día siguiente nadie nos explicábamos tal salvajada, ninguno de nosotros se impuso o hizo algo al respecto en el momento de descontrol, fue como si un ser maléfico nos hubiera tomado. Patético.
Hubo otro fin de año que lo pasé en Pétrola, en unas casas
rurales, con gente del pueblo. Fue algo diferente, una experiencia nueva y muy
divertida. Pues jugamos a vampiros. Si… si… lo sé. Pero a mí me moló un huevo.
Otras “Noche Vieja” las pasé currando tras la barra de un
bar y con un gorro de Papá Noel.
Hace dos años, ni siquiera salí, después de tomarme un
cubata en la cocinilla de Juven, me fui a casa a dormir.
Muchas de estas noches, han acabado con un bocadillo de Hamón o salchicha blanca, en el bar de los Jubilados. Y a la salida hemos visto el amanecer.
Muchas de estas noches, han acabado con un bocadillo de Hamón o salchicha blanca, en el bar de los Jubilados. Y a la salida hemos visto el amanecer.
La gran parte de personas que estéis leyendo esto, no sabréis de qué estoy
hablando, pero con vuestro permiso, esta entrada se la dedico a todos aquellos,
con las que he compartido mis “Noche Vieja”. Gracias por haber formado parte de
estos inolvidables recuerdos. PLOFF PLOFF
Este año, la pasaré en Albacete, con personas con las que
nunca he estado un día como este. Estoy expectante, por ver como fluirá la
noche. Pero termine como termine, siempre será una experiencia nueva y
diferente.
Que no nos falte la sonrisa para 2016.
¡Feliz Año!
=D
En mi pais celebramos el fin de año, o como lo llaman allá, la noche viejas, con un asado o una pavita, y también se hace familiar. Luego se sale a joder a los pibes,o a churrar a la discoteca de una cuadra cercana.
ResponderEliminarSe nota que lo pasaste chévere, y eres buena onda.
Gracias. Espero que pases un buen fin de año, con la gente que elijas. Disfruta de la vida querido Anónimo.
EliminarBesis