Vanessa Landete

 Vamos a ver, ¿Qué hace una rubia platino, con una melenaza suelta hasta el culo, no más de 18 años, vestida como si fuera a un desfile de ropa "casual", y con rímel (para aguantar, por lo menos 5 días de fiesta), en un gimnasio? Venga, no es muy difícil... Tic, tac. Tic tac... ¿Pues qué va a hacer?... Ligar, Pillar cacho, Pelar la pava, seducir, cortejar... ¿A quien le entra en la cabeza, ir a ligar, a un gimnasio? Es un poco antinatural. Es como pedirte una parrillada de verduras en un asador de carne, o cantar opera en un concierto de Metálica, o bailar 'La Macarena' en una iglesia. No pega. Al igual que el típico "musculitos", que se toma no se que terminado en "-inas", para hincharse tanto los brazos que parezcan globos. (Como los globos que lleva la rubia entre en cuello y el ombligo). Voy a contar lo que pasa, cuando dos personas de estas características se encuentran en un gimnasio, y lo voy a hacer como Félix Rodríguez de la Fuente, en uno...

Hoy voy a hablar de esos sentimientos que te revientan, que te dejan hecho mistos, esos en los que te tiembla la voz cuando consigues hablar, y digo “consigues hablar” porque realmente hacer algo tan sencillo como encadenar unas palabras resulta todo un reto, pues el nudo que tienes en la garganta te impide hacerlo. En esos momentos en los que no levantas cabeza, solo quieres regocijarte en tu dolor, escuchando canciones de desamor, viendo los videos más tristes del mundo, y recordando los momentos más dolorosos actuales en tu vida para llorar a mares. Sentirnos así, proviene principalmente de no recibir lo esperado, de tener una expectativa que nunca es satisfecha. También puede ocurrir que tus mayores miedos sean expuestos, y utilizados en tu contra, como tener miedo a perder a alguien, o mismamente que te ocurra algo indeseado con lo que guardes cierta relación de animadversión. Sentirnos mal, cobijarnos en nuestro dolor es muy fácil, sentirnos víctimas y presas de nues...

Me encanta hablar de amor, a veces hablo sola porque nadie quiere entenderme, pero yo hablo y hablo sin parar, como si la vida se me fuera en ello. La gente ya no suele escribir cartas de puño y letra, plasmando en el papel todo lo que su corazón brama con alegría. Hay personas que demuestran su amor con una mirada, otras preparando la comida todos los días, algunas sonriendo, y otras simplemente no lo muestran. No lo demuestran por un montón de motivos, entre ellos, orgullo o vergüenza. ¿Vergüenza? ¿Qué “M” es eso? Soy de las personas que abogan por que hay que decir todo lo que se siente, dentro de unos paramentos de educación y respeto. “ Yo soy súper sincero, siempre pienso lo que digo. No me importa llevarme por delante a quien sea. Yo me quedo a gusto vomitando todos mis pensamientos y soy súper guay porque voy de cara y soy muy sincero ” Tú lo que eres, eres un tonto (bajo mi punto de vista). Está muy bien decir lo que se piensa...

Ha llegado un momento en el que pienso escribir para el blog y mi cabeza entra en un gran vacío, aun así, tengo momentos de lucidez, y redacto en mi cabeza posibles entradas, que al final acaban como agua de borrajas, pues se quedan en pensamientos que no plasmo en ningún tipo de papel, tanto real como virtual. Lo que me impide escribir, no es la falta de ideas, sino pensar que no será lo suficientemente bueno para ser publicado. En mi ordenador, tengo decenas de borradores que nunca llegan a nada, y que quizás jamás vean la luz. A veces me he planteado en cerrar el blog, echarle el broche final, bajar la persiana. Pero dentro de mí, hay una voz, que cada vez más débil me grita que no lo haga. De excusa, a veces, pongo el tiempo, pero realmente no creo que sea eso, ¿o quizás sí? Probablemente sea hora de cerrar una etapa y abrir otra nueva, expresar de otra forma o en otro formato. ¿Un libro? ¿Poesía? ¿Vídeo Blog? Sinceramente, no lo sé. Ya te digo,...