Que no me depilo, ¡coño!

 Llevo pelos como el alambre en las piernas, algunos de ellos ya superan los dos centímetros y logran traspasar la tela de los pantalones. Y ni qué decir de la melena que emana de mis axilas, aunque en realidad son cuatro pelos, bien largos. Y es que he decidido no depilarme.

Siempre me he rodeado de mujeres que han cuidado mucho su aspecto físico, han llevado las últimas modas de INDITEX y conocen todas las “skin routine” que venden las influencers en sus redes sociales. Saben para qué es el ácido hialurónico y el colágeno. Son fieles defensoras de las proteínas y rechazan los hidratos de carbono, además fortalecen sus glúteos, aductores y dorsales, y todos los músculos que acaben en "-iceps".

Yo, más simple que un sonajero en esto de los cuidados de belleza, si he salido a correr, es porque me han dicho que el deporte es bueno, me baja el colesterol y me da un subidón de felicidad justo después de practicarlo. Si me he echado crema en la cara, es para no notarla reseca después de ducharme. Y con suerte, voy a la peluquería una vez al año porque me parece una pérdida de tiempo.

Pero lo de la depilación, ¡ay dios! que dramón. 

Recuerdo la primera vez que me puse una banda de cera en todo el monte de Venus, ¡qué dolor!. La razón principal de ese masoquismo no era únicamente quitar los pelos que sobresalían de las bragas del bañador, sino por tener el coño como el de una barbie. ¿Y todo para qué? para estar bien preparada por si ocurría esa primera vez.

"Chiquiclíiiiiiiiiiiin" para el huevudo con suerte que se lo iba a encontrar pulido 🤑

La amiga de turno, la que tenía un par de años más y toda la experiencia necesaria para darnos lecciones de vida, a la que escuchábamos cual beata al cura, nos aconsejaba que “a ellos les gusta sin pelo”. Me cago en su vida. Así pasó, que de mujer en mujer íbamos predicando “Amigaaaaa, todo depilado, que a ellos les gusta bien lisico”.

Luego estaba la licenciada de turno, que se hacía la empoderada y mientras miraba al infinito con plena seguridad decía: “Yo me depilo porque voy más cómoda sin pelo, es más higiénico”. ¿Higiénico? Serás hipócrita, si llevas las mismas bragas una semana y media.

Luego venía "la irritada del roce" que decía: "¡Ojo! Que es peor cuando te los haces con cuchilla, que te nacen más fuertes, utiliza la cera y muere del dolor, que para presumir hay que sufrir".

Es que manda narices. Presumir de coño, ¡si no se ve!

Pues he llegado a un punto de reflexión e introspección en el que no me da la gana de quitarme ni un puto pelo de mi cuerpo.

Estoy cansada de los estereotipos que nos han inculcado a lo largo de nuestra vida. Estoy cansada de que nos tengamos que depilar para gustar. Estoy cansada de que seamos las propias mujeres las que miramos a otras mujeres que no se depilan. Estoy hasta los "webs" del comentario de un hombre que diga “eso es de gorrinas”. ¿De gorrinas? ¿Pero qué me estás contando? Tú, que no sabes lo que es una silk-epil o la fotodepilación. A ti que nunca se te han caído ni una mísera lágrimas como el puño cuando te retiraban una banda de cera caliente del pellejo de tus testículos. Tú, a mí ¿me vas a decir que soy una gorrina por dejarme algo que nace de forma natural? Pues mira chico, no. Y mira, chica, tú tampoco.

La gota que colmó el vaso fue cuando ya me sentí juzgada por las dos únicas personas que jamás pensaría que harían un comentario al respecto. “Ya es hora de que te vayas quitando esos pelos de las piernas” Esa mujer y ese hombre, dos personas defensoras del feminismo en su máximo esplendor 🤨 No puede ser, mi única esperanza en la humanidad, estos dos seres fieles a sus creencias me decían que me quitara los pelos de las piernas. Sentí decepción absoluta. Ya se me ha pasado un poco, pero me hizo divagar y analizar mucho este tema.

Joer. Es que esto no debería ser así. Cada uno que lleve sus pelos como quiera y donde quiera.

Nos han metido en la cabeza que unas piernas depiladas son más bonitas, tanto es así que nos fijamos en ello, nos quedamos mirando a la fulana de turno que le sobresalen los pelillos de las piernas y juzgamos en nuestras mentes como bollera. Es un punto de fijación. Los machirulos del siglo pasado no solo se fijaban en unos buenos pechos siliconados, la fijación principal era en esas pantorrillas discretas que se dejaban ver por debajo de la falda.

Si viviéramos en la cultura de los Mursi, en Etiopía, donde las mujeres llevan un plato de barro en el labio inferior de la boca con motivo de orgullo y signo de fortaleza, no nos parecería tan raro los pelos en las piernas, pero sí sería muy llamativo no llevar esa dilatación en todo el morro con su correspondiente loza.

Esto son culturas, de ahí la diversidad.

He leído un post  de Leon F. Seltzer (¿Por qué los hombres encuentran atractivas las piernas de las mujeres?) y viene a decir, tras un riguroso estudio, que las piernas son sensualmente insinuantes para los hombres, de ahí que las mujeres se las vengan afeitando y untándose potingues.

Entiendo que a las féminas, como nos gusta gustar a los buenos machos cabríos de pelo en pecho (qué paradoja) seguimos esa tendencia de sufrimiento y compromiso estético. De ahí que se le atribuya la falta de depilación a las lesbianas o a las “gorrinas perroflautas” que, en resumidas cuentas, se lo suda gustar al buen Sandokán.

Finalmente, la presión social, el miedo a las miradas y el pánico a que me juzguen, darán pie a una cita conmigo misma, en la que me vea motivada a deshacerme de mis apreciados peletes, tanto de mis  piernas, como los de mis axilas y, si me apuras, del matojo de la pepitilla (bueno, eso ya lo iré negociando con mi motivación).

¡Es que hay que joderse!

Y como decía mi amiga Lali, fiel abogada de los pelos: "Digan lo que digan, los pelos del culo abrigan".


=D




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