Las canas
La luz que hay en los baños de las oficinas donde trabajo es
realmente horrorosa. Cuando te miras en el espejo, es como si llevaras encima
un gripazo, 4 días de fiesta, y 10 años más.
Pero hay una cosa que refleja muy bien la realidad y el
momento que estoy viviendo. Y es que es delante de ese espejo donde se ven
reflejadas las canas que empezaron a relucir en mi melena, las cuales ya he
dejado de contar puesto que superan la decena.
Este gran acontecimiento me hace reflexionar sobre el paso
del tiempo, y la época a la que estoy llegando, porque son ya 33 años, que
vienen a ser unos 12.077 días ¡Ojo al dato!
33 años de aprendizaje continuo, donde mi cuerpo no ha
dejado de experimentar cambios, en esta nueva etapa que ni sé cuándo comenzó,
en la que mi pelo ha empezado a blanquear, mi boca ya cuenta con un diente
falso y me tengo que comprar zapatillas de señora mayor porque un juanete viene
en camino, y ni hablar de comprarme tacones, eso quedó en mi década pasada.
Miro a mi alrededor, a los míos, la generación millenial:
algunas casadas, otros divorciados, y otres con hijos. Los guapos se empiezan a
quedar calvos, y otros empiezan a hacerse “retoquitos” para disimular arrugas y
tensar su piel.
Pero al ver esas canas en mi
cabello, lo que siento es
sosiego, y pienso “mira que bien, me voy haciendo mayor, lo mejor de todo es
que puedo ir contándolo. ¡Ea!”
Hay tanta gente que se quedó y se está quedando por el
camino, que ir sumando años resulta un gran alivio. GRACIAS.
El patrón de vida a seguir en la actualidad es muy inestable,
en los tiempos en los que vivimos todo vale, puede ser un ahora sí, pero no.
Tenemos futuros inciertos en comparación a tiempos pasados,
en los que la pauta era crecer, estudiar, echarse pareja, casarse, comprar
casa, coche, hijos y envejecer sorteando los inconvenientes de la vida.
Ahora te echas un novio, y a los dos días te sale rana. Te
compras una casa y al año cambias de trabajo, bueno, y eso el que puede
comprarse una casa, porque en esta generación y en las venideras, vuestros
padres sesentones tendrán que haceros de comer hasta que cumpláis más de 30.
Y luego te tienes que poner a convivir con tus canas, tus
pensamientos de mierda y todos los problemas del primer mundo que se alivian
con una visita al psicólogo.
Importante resaltar ese espacio en tu cuenta bancaria a la
inversión que le haces a tus primeros males. Que si un empaste, 60 euros (“chiquiclín”),
un fisio porque estas baldada, 50 euros (“chiquiclín”), podólogo por una uña
encarnada, 70 euros (“chiquiclín”), o un lunar que se ha hecho tan grande que
parece un botón de reinicio y para que la muchedumbre no comente de si es que
te vas a morir por un cáncer, te ves obligado a quitártelo, 160 euros (“chiquiclín”).
“Chiquiclín”: viene a ser el sonido de una máquina registradora.
Y así es la vida, cumples años, cumples sueños, pero te vas cagando en la responsabilidad que te da la independencia económica, porque ya de últimas tu coche Seat Ibiza de 2001 parece un hucha rota, eeeehhh, pero tiene buen motor y tu canas.
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